MARCOS ANA, in memoriam

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Con el fallecimiento de Marcos Ana se va agotando la presencia de una generación de luchadores y luchadoras irrepetible. Desde el espacio surgido a partir de la XI Asamblea federal de IU, desde el conjunto de compañeros y compañeras que concurrimos en la candidatura IU, SÍ, con más fuerza, hemos querido dedicar al camarada un pequeño homenaje: 
MARCOS ANA, in memorian 
Acercarnos a la gente y penetrar en los barrios hubiera sido una máxima que Marcos Ana hubiera compartido. Hoy con la resaca de la muerte, debemos seguir mirándonos en nuestros mayores para que su memoria se quede, en sus nombres ensangrentados con lo que sigue en las cunetas sin justicia ni reparación y nombres en el olvido, en la unidad de la izquierda tan perseguida y poco bien zurcida. Marcos se va, otros aún se quedan, algunos de los nuestros con el recuerdo aún vivo de grandes penas de cárcel, otras más pequeñas, y mucho militante anónimo con tareas irrelevantes, insignificantes, que no pasaran a la historia, ni tampoco sus cicatrices invisibles por las palizas y torturas del fascismo español, ni por el terror de sus pistoleros ni por la incertidumbre de pisar la cárcel, jóvenes, cargados de razones. Mudas sus pesadillas, nuestro reconocimiento mientras vivan es nuestro homenaje. Algunos presos políticos en nuestras cárceles son hoy todavía presente, ni siquiera memoria. Estar a la altura del sacrificio de estos hombres y mujeres es también estar por encima de batallas internas que no le importan a nadie. Estar a la altura no tiene que ver con la alegría ni con los gruñidos, no habita en la forma de la protesta ni en su frecuencia, sino en su fin último, en su inevitable sentido. Marcos Ana no fue sólo un rebelde, un antifranquista, un luchador de ideas incansable y un poeta, fue un comunista que quiso construir el socialismo. La izquierda social y política en Madrid ha sufrido muchas derrotas desde la transición; muchas pensábamos ayer con tristeza en una destrozo reciente de nuestras filas internas con la desfederación de IUCM en junio de 2014, una derrota de la política y de la capacidad de querer a los otros, a quienes nada tienen que ver con nuestras disputas pero nos esperan con sus problemas sin solución. Se deben superar las fracturas y unir y restaurar los pedazos de un colectivo que sin sus mayores no puede ser nada y sin su presente tampoco. Ese es el homenaje y nuestro deber, el que nos mandata el peso de sus años de cárcel, entre otras cosas. Hoy el dolor que arrebata la vida de un camarada con el último carcelero que ha venido a llevárselo, nos deja helados, pero no mudos. Pero hay otro dolor, uno que no nos impide la marcha, el de saber que no estamos haciendo bien las cosas, que nos quedamos en la superficie de una lucha por la que muchos y muchas arriesgaron sus vidas. Hay que penetrar en la batalla, allí donde los parias podemos organizarnos y levantarnos, unirnos, ser generosos y avanzar, sin sectarismo ni temores infantiles. Es verdad que cada momento puede ser histórico si miramos con altura y sabemos acertar. Y desde luego, por cada uno de esos momentos por construir, vale la pena luchar.

 

 

 

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