PUNTO V

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5.- Cómo nos organizamos, cómo se deben tomar las decisiones y qué papel tiene la militancia en la vida de la organización?

 

“Izquierda Unida es un movimiento político, social y cultural de carácter anticapitalista que se conforma en una organización, política y jurídicamente soberana, cuyo objetivo es transformar el sistema capitalista económico, social y político, y superar el patriarcado, en un sistema socialista fundamentado en los principios democráticos de justicia, igualdad, libertad, solidaridad, internacionalismo, democracia participativa, respeto a la naturaleza y organizado conforme a un Estado Social y Democrático de Derecho republicano, laico, federal, plurinacional y solidario”. (Art. 1 de los Estatutosvigentes)

No es posible construir un proyecto estratégico de Bloque Político y Social sin IU, porque no lo pueden hacer quienes no tienen esa estrategia

El proyecto político de Izquierda Unida se sustenta en su carácter de clase, nuclea su alternativa programática en la contradicción capital/trabajo y la consideración de que sólo es posible el cambio de la realidad política mediante el cambio de la correlación real de fuerzas (y por tanto de la movilización y la organización social), junto a su estructural federal y su condición plural, profundamente democrática y participativa. Esto dibuja unas características políticas únicas e insustituibles, propias de IU.

Ese proyecto, con esos contenidos y características, sigue siendo necesario y no ha sido sustituido por nada ni nadie.

Además, como hemos visto antes, sólo Izquierda Unida mantiene un proyecto estratégico de construcción de Bloque Político y Social. La pregunta a la que se debería responder es: ¿Se puede construir ese proyecto plural y participativo sin IU?

Sinceramente, creemos que no.

Determinados planteamientos abogan por “superar” Izquierda Unida. Naturalmente, aquí estamos de nuevo ante un problema de lenguaje. ¿Quién no está de acuerdo en superarse? ¿Quién no está de acuerdo en superar limitaciones, barreras, dificultades, etc.? Nadie. Nosotros tampoco.

Pero el término “superación” es un término ambiguo, con un significado al que le falta precisión

Queremos aportar en este documento un análisis más preciso, concreto y a ser posible unívoco de los cambios necesarios en IU para adecuarla a las nuevas condiciones políticas, en cuanto tienen de nuevo, y a las necesidades de los sectores que queremos representar. No ponemos límites a esa adecuación, cuanto sea requerido por un análisis autocrítico y un enfoque transformador de la realidad.

Para llegar a resultados concretos es preciso un análisis autocrítico más profundo y preciso de lo que es habitual.

  1. La primera cuestión, a nuestro juicio básica, es la calidad de la vida política de nuestras organizaciones de base. Una cuestión a la que se presta poca atención en las valoraciones. Es preciso repensar el modelo de trabajo para que la afiliación asista a las reuniones, participe y aporte en los debates. Esto sólo será posible si a la salida de cada reunión hay un enriquecimiento en la información y una claridad mayor para la acción política y social.
  2. “Izquierda Unida no ha sido un movimiento político y social, sino un partido político al uso”. Cierto, en parte. Pero, ¿qué es funcionar de forma diferente a un partido político clásico? Silencio.

Tengamos un poco de autoestima. Ser capaces de calificar la crisis como una crisis sistémica del capitalismo y de proponer una alternativa global y coherente con esa valoración, no es propio de un partido político clásico. Tampoco esa crítica se corresponde con nuestra presencia en las movilizaciones sociales Izquierda Unida ha trabajado sobre dos piernas: la protesta y la propuesta. El trabajo de propuesta en todos los niveles está suficientemente documentado. Las acciones de solidaridad y participación en el conflicto también. Estamos en condiciones de hacer una enumeración detallada de las movilizaciones, conflictos y protestas en los que desde el nivel federal hasta las federaciones y localidades las organizaciones y los hombres y mujeres de IU han participado. Muchas veces solidariamente, pero en no pocos casos de forma protagonista. IU ha sido impulsadora o promotora de iniciativas de movilización propias o ha participado activamente en ellas cuando han sido unitarias. No hemos estado impostados en los conflictos, somos partes legítimas de él. Por tanto, esa crítica no puede hacerse con legitimidad sin acompañar dos elementos: el primero de ellos es la situación organizativa de los movimientos sociales en España, que es débil. Cómo contribuir a su fortalecimiento deberá ser una tarea para el próximo período.

Tampoco se corresponde esa crítica con nuestra realidad institucional: la presencia de IU es mayoritariamente municipal, donde los cargos institucionales están en permanente conexión con sus votantes. Precisamente este sería uno de nuestros valores más positivos.

  1. Por lo tanto, entendemos que el problema es otro. A lo largo de sus 30 años de historia IU se ha enfrentado de manera recurrente a conflictos que no ha sabido resolver, trasladando a la sociedad una permanente imagen de enfrentamiento interno. Así, cabría señalar que este problema se agudizó desde la conformación de la candidatura en las elecciones europeas.
  2. Las dificultades para gestionar la pluralidad interna. La pluralidad es una seña de identidad de IU desde su fundación, en la que participaron personas con ideología socialdemócrata, socialista, comunista, ecologista, feminista, etc. Se confió a las Áreas de Elaboración la confección del Programa como instrumento para sintetizar la pluralidad, pero éstas hace tiempo que dejaron de ser espacios de participación. Sin embargo, donde la gestión de la pluralidad ha generado más conflictos ha sido en la confección de las candidaturas, sin que hayamos acertado a encontrar aún un método eficaz que armonice todos los requisitos que le exigimos a las mismas: pluralidad, paridad, renovación, etc.
  3. La federalidad. IU se define y se estructura desde sus comienzos como una organización federal, pero, en la práctica, su funcionamiento ha sido a menudo de carácter confederal. Ha sido frecuente a lo largo de nuestra historia que distintas federaciones hayan adoptado decisiones sin el respaldo o con la oposición de la dirección federal, comprometiendo el discurso del conjunto de la organización o abriendo crisis orgánicas.
  4. La tensión entre lucha y gobierno, calle e institución. La propia definición de IU como movimiento político y social suponía el reconocimiento de que la izquierda transformadora se dotaba de dos instrumentos fundamentales para su intervención en la sociedad: la movilización y el gobierno. Ambos instrumentos habrían de ser complementarios, de modo que uno reforzara al otro y viceversa. Sin embargo, en numerosas ocasiones, cuando hemos gobernado, especialmente en ámbitos superiores al municipio, ambos instrumentos se han vivido de manera contradictoria y no de forma complementaria, sin haber sabido encontrar el necesario punto de equilibrio y ahondando más, las contradicciones entre participar en el gobierno o estar en la oposición. Demasiadas veces decimos y hacemos cosas distintas según la relación con la gestión.
  5. Las relaciones con el PSOE. Este ha sido una de las cuestiones que siempre han generado más controversia entre los militantes de la organización, que se han debatido con frecuencia entre el rechazo a todo pacto o confluencia él o la colaboración institucional frente al PP. Este debate sobre la condición subalterna o no respecto del PSOE, en muchas ocasiones no se ha quedado sólo en un debate sobre la correlación de fuerzas entre IU y el PSOE y las posiciones tácticas a adoptar en cada circunstancia, sino que en numerosas ocasiones se ha usado para la descalificación de los compañeros y compañera en uno u otro sentido. Ese fenómeno se está dando ahora de forma equivalente y muy preocupante con Podemos. En el fondo, falta de confianza en las propias ideas, escaso trabajo de formación y práctica política limitada.

En el último período estos problemas se han agudizado como consecuencia de:

  1. Una parálisis política de los órganos de dirección, que perdieron su funcionalidad en favor de una concepción propia del partido demócrata estadounidense donde candidato y dirección se confunden.
  2. Las dilaciones en el debate interno para constituir un grupo parlamentario propio que han agotado su posibilidad y creado una situación muy difícil para la visibilidad política parlamentaria de IU y para su autonomía electoral, especialmente si se convocan nuevas elecciones.

Cómo superar estos conflictos, reforzando el carácter de movimiento político y social de IU?

Una primera respuesta podría ser que los problemas no son de identidad, claramente definida desde sus orígenes, sino de lo que podríamos denominar la gobernanza democrática de la organización. Y para ello es necesario reforzar los siguientes aspectos:

  1. La transparencia interna y externa.
  2. La comunicación interna y externa.
  3. La democracia participativa en el seno de la organización, que debe producir métodos de trabajo atractivos y útiles en la base. La izquierda es plural y han de crearse los mecanismos internos para reflejar esa pluralidad. Si defendemos la democracia participativa, ésta debe ser un criterio para la organización interna, sin menoscabar la agilidad e inmediatez de las respuestas políticas. Las consultas a militantes, o llegado el caso a simpatizantes, no deben sucederse de manera aislada o esporádica sino que deben ser habituales. No hemos sabido gestionar bien la pluralidad y eso debe solucionarse de forma inmediata.
  4. Los derechos y los deberes de los/as afiliados/as deben estar claramente diferenciados del de los simpatizantes, pues de lo contrario dejaría de tener sentido la militancia como un compromiso estable con los fines y objetivos de la organización. La participación de los simpatizantes es valiosa, sin duda, pero no tiene el mismo carácter afectivo y efectivo que la de los afilados/as.

La participación de la militancia debe ser máxima en todos los asuntos de la organización en todos los ámbitos. El espacio natural para la participación debe seguir siendo la asamblea de base, con independencia de que para los procesos que se determinen puedan usarse aquellas herramientas informáticas seguras que posibiliten la manifestación indubitada de la voluntad de los afiliados/as y respeten la pluralidad de la organización. La cercanía, la confianza, las relaciones humanas, la complicidad militante, la capacidad de argumentación y convicción, la reflexión colectiva, no pueden ser sustituidas por la acción individual y aislada, que potencia, precisamente, una de las dificultades con las que se encuentra la izquierda contemporánea: la individualización.

  1. Hay que superar de forma planificada y sistemática los obstáculos y limitaciones que encuentran las mujeres para trabajar en la organización y formar parte de la toma de decisiones. La experiencia demuestra que no basta con las listas cremallera. Es preciso tomar medidas concretas en el para que el trabajo en la base y en los órganos facilite `la presencia y actividad de las mujeres.
  2. Los mecanismos de dirección colegiada y plural.- La organización debe reforzar la colegialidad y la pluralidad de los órganos ejecutivos, de modo que de ellos emane una dirección política nítida y cohesionada hacia el conjunto de la organización. Huir de una organización que necesita de sumos sacerdotes que “velen por la pureza de la verdad revelada” determinando éstos quién está dentro de la ortodoxia y condenando a los herejes. Unos sumos sacerdotes que están en muchas ocasiones a kilómetros luz de los acontecimientos y problemas. Ello va unido al establecimiento de topes o límites de pertenencia a órganos de dirección de liberados. Hay que tomar medidas efectivas para asegurar el trabajo colectivo en la toma de decisiones y en el funcionamiento de los órganos.
  1. Conseguir ser sensibles y permeables a lo que piensa, sueña y sufre la ciudadanía. Una organización donde sea obligatoria la elaboración colectiva, donde las áreas o grupos de trabajo y las asambleas de base sean los poros por los que respiremos e interactuemos con la sociedad civil.
  2. De forma explícita consideramos importante la aportación que se está haciendo a nuestro debate desde otros documentos y posiciones que se están dando en el ámbito amplio de IU.

Así compartimos la idea de que IU no tiene por qué limitar las competencias de las fuerzas integrantes de la misma, porque son los partidos integrados en ella quienes las han cedido libremente, ni su autonomía porque no lo ha hecho nunca, pero no podemos retroceder a un modelo de mera coalición de partidos ni ir a una IU evanescente, líquida, que bajo el argumento de la transversalidad y el asamblearismo, se articule como una marca electoral de los partidos integrados, sin estructuras de deliberación y de ejecución, sin afiliación y sin cuotas, con lo que estas implican de vínculo estable con la organización. Nuestro concepto de militancia no es figurar en una lista de correos electrónicos, sin más vinculación con la organización que el ciber activimo. Por el contrario, queremos una IU fuerte, con una militancia que elija por sí misma su grado de vinculación y compromiso con la organización, pero desde la igualdad de derechos y deberes. Hoy, Izquierda Unida (aún con sus defectos) representa un modelo de unidad plural de calidad superior a una mera coalición y, además, cuenta con más afiliación que no está vinculada a ninguna de las fuerzas integrantes de IU que la que sí lo está.

Hoy, Izquierda Unida (aún con sus defectos) representa un modelo de unidad plural de calidad superior a una mera coalición y, además, cuenta con más afiliación que no está vinculada a ninguna de las fuerzas integrantes de IU que la que lo está.

Esta contradicción puede ser resuelta y proponemos que en el plazo de 1 año se celebre una Conferencia Organizativa que regule los protocolos de colaboración entre IU y los partidos y organizaciones integradas. Una propuesta que podría facilitar ese trabajo en la práctica sería crear un Consejo de la Pluralidad, con presencia ponderada, que pudiera acordar propuestas por consenso para presentarlas a los órganos, que tendrían la capacidad última de aprobación, con lo que no se vulnerarían los derechos de la afiliación.

Por otra parte, también compartimos que de esta próxima Asamblea, salga el mandato para la elaboración de un programa común a las fuerzas integrantes y a la afiliación que determine la cohesión, y de concentrar el trabajo de IU en el impulso y la organización de las movilizaciones en torno a dicho programa y en el caso de su aplicación a las instituciones el seguimiento y control de la misma. Ello, junto a la elaboración de los programas electorales y las listas serían las tareas fundamentales de IU. La autonomía de las fuerzas integrantes queda garantizada y bajo el criterio de lealtad a lo pactado. Las tentaciones de instrumentalización ceden el paso a la democrática lucha de ideas por la hegemonía.

Si bien la doble cotización puede ser un problema, no podemos olvidar el papel que la cuota y la comunicación tienen en las organizaciones de izquierda. Una posible solución sería extender a toda IU y a todos los partidos el protocolo de cuotas que IULV-CA tiene acordado con el PCA, según el cual de la cuota mínima, común para toda la afiliación, un porcentaje va para la federación y otro para el partido. Asimismo, habría que agilizar las posibilidades de pago de las cuotas reducidas y super reducidas, aprobadas por el CPF.

Todas las cuestiones que estamos planteando modifican sustancialmente, el modelo de Izquierda Unida. Su incorporación es concreta y posible, salen al encuentro de los problemas reales que se están identificando en el debate y permite la superación a partir de la propia organización. Guardamos el niño en la palangana.

Pero este modelo, además, permite la incorporación de personas sin menoscabo de sus derechos políticos y abre el espacio de IU para que se sumen con comodidad a un programa común, y que lo hagan con identidad propia y respeto recíproco a la de los demás.

Evidentemente estas cuestiones modifican sustancialmente el modelo de convergencia actual, pero permitirán fortalecerse crecer e incorporar a nuevas fuerzas, que podría adaptarse de una manera ágil a los nuevos acontecimientos, y que permitiría ir compatibilizando la movilización social y la acción electoral, acumulando fuerza simultáneamente en los dos ámbitos.

Seguiría existiendo el espacio político y social que actualmente es Izquierda Unida y además se establecerían los pilares básicos para ampliarse enormemente y se mantendría la referencia política para miles de cargos públicos, decenas de miles de afiliados y cientos de colectivos de IU en toda España.

Aunque las siglas de IU son un patrimonio político de primera importancia, lo fundamental es el proyecto. Nuestros malos resultados electorales hubieran sido peores sin las siglas de IU. A las siglas de IU se vincula social y políticamente la denuncia ante las agresiones del capitalismo, la lucha por los derechos colectivos y la alternativa coherente y global, como elementos básicos del cambio social superador del sistema. Más allá de la experiencia emocional de toda la militancia durante 30 años, detrás de las siglas de Izquierda Unida está el ejemplo de miles de militantes y simpatizantes que desde los ámbitos más hostiles a lo largo y ancho de todo el territorio del Estado han sabido, y saben, mantener con ejemplo desinteresado la lucha ante las agresiones políticas, sociales y laborales. En ellos y en sus luchas se reconocen nuestros electores.

Sin embargo, la siglas no son una barrera artificial para la convergencia. Por las razones anteriores y con este criterio, cualquier cambio debe contar con el acuerdo de las bases, expresado en referéndum.